Reseña del libro: El ruiseñor


En los días implacables de la guerra, el rostro demudado de las gentes que residen en Carriveau, arropada esta pequeña aldea entre el espesor dorado del valle del Loira, se tiñe con el indescifrable color que entreteje el desconcierto del mañana que ha de venir; que anuda el polvo esparcido de la incertidumbre; y que expande el desaliento junto a las botas del contrario. Todo ello ocurre y rompe, de manera intensa y desproporcionada, el frágil deambular de sus habitantes cuando pasan a formar parte de la Francia ocupada por los alemanes. Desde entonces, sus sencillas vidas dejan de ser las mismas, reconvirtiéndose y transformándose a un compás que da vértigo. Vianne e Isabelle son hermanas, llevan existencias paralelas y, a la vez, distantes; sin embargo, la tensa línea que siempre las ha mantenido unidas, aun sin ellas saberlo, es gruesa y fuerte, incapaz de resquebrajarse en pedazos. Arrimadas hacia el foco de un faro común, ambas toman decisiones inesperadas en las que no hubieran reparado en circunstancias que no fueran excepcionales, como aquellas que el turbador destino les impone a diario. Vianne en la casa familiar de Carriveau, sumergida en su aparente normalidad; e Isabelle en París y escrutando palmo a palmo cada minúsculo trazo de la geografía francesa e, incluso, internándose en las abruptas montañas allende los Pirineos, las dos mujeres asumirán unos riesgos que hubieran sido impensables si los nazis no hubiesen asolado Europa; si no se hubiesen alojado en hogares ajenos como ratas sedientas de humillación, posesión y barbarie; si no hubiesen desparramado con fiereza el manto del horror y la capa de la muerte allá donde pisaban. En cambio, es en ese preciso momento en el que las/os amigas/os más queridas/os y la familia desesperadamente añorada acaban desapareciendo, dejando un hilo de dolor vacío en sus maltrechos corazones; es en aquellos instantes cuando las dos hermanas, cada una en su posición elegida, ponen a prueba su incansable y extenuante lucha contra el remolino del odio y la intolerancia, llevando la salvación a innumerables personas necesitadas de compasión y auxilio, porque el único reto que Vianne e Isabelle tendrán presente ante su mirada, será una meta a alcanzar sobre todo aquel helado, impasible y nauseabundo universo que, desgraciadamente, les envuelve: lograr entrelazar las telas que conforman la supervivencia, la de los demás y la suya. Vianne, aun con el temor disperso por todas las fibras de su cuerpo y con el enemigo comiendo en su misma mesa, protegerá a su hija con inusitada voluntad y sacará su genuino ingenio para evitar que almas inocentes traspasen el despiadado umbral de la deportación. Isabelle, cargada con el aplastante peso de la rebeldía, afrontará los tiempos del infortunio con aquel ímpetu y arrojo con los que, mucho antes de que todo se torciera impregnándose de opacidad, ya sonsacaba y que, ahora mismo, utilizará con osadía guiando a muchas personas hacia el difuminado cordón de la existencia. Mujeres valerosas, con un aplomo sin igual, que destilarán gajos de esperanza en un mundo que se torna del revés.

“El ruiseñor” es claramente un homenaje a todas aquellas mujeres que pusieron en grave peligro sus propias vidas, para que las de otras/os nunca se deshilacharan. Nos habla de la terrible atrocidad que cometieron, a conciencia, los nazis contra el pueblo judío y todas/os aquellas/os que se salían de sus pautas salvaje y estrictamente marcadas o, simplemente, que no se doblegaban ante su mando y dominio. La masacre del Holocausto queda reflejada en estas páginas con su desorbitada crueldad, pero, realmente, asistimos con pavor al incesante empeño para jamás rendirse que sostienen dos mujeres; dos heroínas de la Segunda Guerra Mundial que, aunque ficticias, el contexto histórico nos lleva a entrever como figuras imprescindibles en aquel tablero dibujado por la Resistencia; porque en los periodos más crudos y dramáticos que nos ha concedido la Historia de la Humanidad; en esos años fraccionados donde la contienda se ha abierto brecha entre el fango; ha sido entre el irrespirable olor a pólvora, entre los rincones marchitos del paisaje o entre las ruinas llenas de escombros, donde las mujeres fueron enlaces, constituyendo así eficaces redes de resistencia, además de aprender a subsistir haciendo frente a las huestes del hambre. La autora, por medio de un lenguaje directo, descriptivo y muy detallado, así como de una lectura fluida, nos adentra en aquel devastador caos que proliferó en Europa como la más letal de las enfermedades, peinando con el velo negro de la tragedia a demasiadas familias; pero que, sin embargo, iba a ser el sutil maquillaje del sentimiento fraternal el que debería hervir en las generaciones futuras. Una novela que nos muestra a las carismáticas mujeres de aquel fatal episodio y, asimismo, nos destapa el indispensable papel que desarrollaron con coraje para conseguir la liberación del nazismo, fracturando sus candados; un papel con impresionantes destellos de luz, aunque después de aquello las consideraran, de nuevo, mujeres corrientes; mujeres sin medallas ni galones; mujeres en la sombra.

*Reseña: Raquel Victoria