Reseña del libro: La hija del mar

Rosalía de Castro es una figura fundamental en la reciente historia de Galicia, tierra a la que amó y defendió con su compromiso vital, literario y feminista. Ella es la única figura de la literatura gallega laureada con la categoría de autora universal, traducida a decenas de lenguas y objeto de investigaciones doctorales y de estudios de todo tipo.

«Solo cantos de independencia y libertad han balbucido mis labios, aunque alrededor hubiese sentido, desde la cuna ya, el ruido de las cadenas que debían aprisionarme para siempre, porque el patrimonio de la mujer son los grillos de la esclavitud. Yo, sin embargo, soy libre, libre como los pájaros, como las brisas, como los árboles en el desierto y el pirata en el mar. Libre es mi corazón, libre mi alma, y libre mi pensamiento, que se alza hasta el cielo y desciende hasta la tierra, soberbio como Luzbel y dulce como una esperanza». Así se manifiesta Rosalía en la pieza que lleva por título Lieders, y su primera novela: La hija del mar (1859) es fruto evidente de este manifiesto. Denuncia las consecuencias de la dominación machista. El vínculo entre Esperanza, la niña rescatada del mar, y Teresa, la mujer que la cría, contrasta con el despotismo de Ansot, depredador de fortunas y de mujeres a ambas orillas del Atlántico. Queda palmaria la defensa de lo que actualmente conocemos como familia monoparental, y de un amor igualitario donde la mujer toma la iniciativa.

La hija del mar es la primera novela de Rosalía de Castro, que dedica a Manuel Murguía, su esposo. A través del periplo vital de Esperanza, la niña rescatada del océano en extrañas circunstancias, Teresa, Candora, Ángela, Fausto y el depravado Ansot, nos adentramos en un paisaje lleno de sombras, melancolía y desamor, en el que coexisten lo real y lo misterioso, una percepción pesimista de la vida, donde el dolor supera a los momentos de felicidad, y la sensibilidad y la empatía provocan la defensa del débil, la reivindicación de la dignidad de la mujer, el pesar por los huérfanos...

Rosalía plasma en las páginas del prólogo sus inseguridades como escritora primeriza. Justifica su condición de mujer con palabras irónicas: «permítase a la mujer disculparse de lo que para muchos será un pecado inmenso e indigno de perdón». Pero rápidamente se aleja del tono irónico para abordar con seriedad el testimonio de autores que defendieron la capacidad intelectual de la mujer y añade una lista de mujeres célebres que avalan estas teorías feministas. Alude a la apertura que se ha producido: «se nos permite ya optar a la corona de la inmortalidad y se nos hace el regalo de creer que podemos escribir algunos libros». Las mujeres son como «nuevos Lázaros» que recogen «migajas de libertad de la mesa del rico que se llama siglo XIX». Un prólogo semejante ya había aparecido en obras de otras escritoras, pero Rosalía añade las razones de la publicación de esa novela. De su publicación, que no de la escritura, porque Rosalía jamás cuestiona el acto de escribir, pero sí el dar a conocer sus escritos. Anima al lector que haya llegado al final a arrojar el libro lejos de sí y a olvidar que su autora es una mujer. Y concluye con esta frase lapidaria que glosa la novela: «Porque todavía no les es permitido a las mujeres escribir lo que sienten y lo que saben». Quizá  Rosalía advierte que La hija del mar es solo una forma indirecta de manifestar ideas y sentimientos prohibidos, de revelar aspectos peculiares de su biografía: su filiación ocultada por ser hija de madre soltera y de un sacerdote, su condición de «huérfana»... Aspectos que le preocupaban y que no abordó de forma directa. La novela le ofrece la posibilidad de sacar fuera todas sus inquietudes de un modo más velado y discreto.

En La hija del mar parecen confluir dos impulsos, uno íntimo y subjetivo que lleva a la autora a manifestar su dolor personal, pues nos dice que ha sido concebida en un momento de tristeza, y otro de carácter social, en él Rosalía da voz a quienes no la tienen, a las mujeres abandonadas y a los niños sin padre.

Hay elementos de la novela muy personales, por ejemplo, el personaje de Teresa tiene características de su madre, Teresa de Castro, pero los rasgos psicológicos son de Rosalía. La situación de expósita, Teresa la Expósita en la novela, proviene de la biografía de Rosalía, y ella la plasma en Teresa la Expósita y Esperanza, «la hija del mar».

La Teresa ficticia es abandonada por su marido, cuando él regresa la encuentra todavía enamorada y olvida sus deberes maternales hacia Esperanza. Se debate entre la pasión por el hombre y el amor maternal, que termina por imponerse, y Teresa se enfrentará al hombre para salvar a Esperanza. En la realidad, Teresa de Castro abandonó a su hija recién nacida, que quedó bajo los cuidados de su tía paterna, años después fue a buscarla y juntas vivieron en Santiago hasta el matrimonio de Rosalía.

Rosalía defiende al principio de la novela a las madres solteras que, marginadas por una sociedad púdica e hipócrita y solas, tienen la valentía de afrontar su situación y salir adelante con sus hijos. También pide comprensión y perdón para esas mujeres ansiosas de afecto masculino que se entregan y son abandonadas, para las que abrumadas por este abandono olvidan sus deberes maternales y luego se arrepienten.

En La hija del mar encontramos a un seductor que se enamora de su hija y que esconde sus deseos eróticos bajo la forma de amor paternal. Se intuye una peculiar visión sobre el comportamiento del padre, del suyo, del sacerdote que no pudo reconocerla como hija legítima, y se percibe cierto resentimiento en las palabras que describen el espíritu del personaje, de un criminal que deja a su hija recién nacida en una roca desierta en medio del mar.

Las novelas destinadas al público femenino eran en aquel tiempo moralizantes y didácticas, ensalzaban los buenos sentimientos y la virtud siempre obtenía su recompensa. Rosalía de Castro rompe este esquema. La Hija del mar no tiene un final feliz, la virtud no vence frente al mal, los buenos sufren, y los malos, también, nadie se libra del dolor. No hay esperanza para unas vidas maltratadas, tampoco hay un futuro para el amor, que es imposible.

La impactante imagen de una mujer sola en la playa, cierra la narración. 

*Reseña: María Dubón