Reseña del libro: Todos los cuentos

Con una mirada repleta de curiosidad y a pasos extremadamente sigilosos, vamos descubriendo los insólitos mundos interiores que los personajes ocultan, a menudo, en el reflectante cajón de las ensoñaciones. Atemorizados, observamos el siniestro pueblo de Brumal atrapado entre la maraña de una infancia que queda ya lejana; vislumbramos la entretejida celosía que ingenuamente nos recluye al otro lado del mundo, ese espacio hermético donde el rostro se desvanece y descompone mezclándose con el humo mudo que atesora el tiempo; con bastante desconcierto, nos vemos embriagados y contagiados, inconscientemente, por una extraña fiebre azul que pulula y pinta de misterio la luz del paisaje africano, que mantiene en vela nuestras horas nocturnas. Entre bancos de niebla, nos asomamos constantemente a nosotras/os mismas/os, en un impenetrable escaparate donde asemejamos ser nuestra cara gemela o, igualmente y con la respiración entrecortada, una distorsionada voz de ultratumba nos llama con insistencia desde el lugar elegido, el macabro panteón familiar. Asimismo, en cualquier ciudad reconocible o entre el abrupto oleaje de un desierto faro, el grito asolador de la propia conciencia clama en los pensamientos de los protagonistas, que, en diversas ocasiones, les enfrenta al doble cristal de sí mismos, enturbiado tras las distorsiones del laberinto de los espejos o transformando las piezas de un acuario que va encajando su puzle de la memoria y los recuerdos. Notamos, a su vez, cómo hileras de múltiples razonamientos se van archivando entre bravas tempestades que chocan continuamente con los límites de la identidad, a veces emborronados por lentes opacas que intentan encubrir las claras evidencias.

“Todos los cuentos” es un libro recopilatorio que compila anteriores volúmenes publicados por la autora: “Mi hermana Elba”, “Los altillos de Brumal”, “El ángulo del horror”, “Con Agatha en Estambul” y “Parientes pobres del diablo”. Incluye también el relato titulado “El faro”, que supone una continuación de ese mismo cuento que el escritor norteamericano Edgar Allan Poe dejó inacabado. La autora, con un lenguaje directo, contundente y, en conjunto, complejo, nos hace atravesar universos inexplorados que nos transportan, en apenas milésimas de segundo, de una aparente realidad a una imaginaria fantasía. Por medio de intrincados círculos de reflexión, donde la lógica deja de extendernos el mapa, nos introduce con sutileza en el inquietante cosmos que conforman los sueños, o nos lleva tambaleándonos hasta revelarnos una desafiante verdad que había permanecido bajo láminas ocultas. La demencia y el olvido, o los efectos de un prolongado aislamiento en absoluta soledad son temas recurrentes que se solapan entre estas páginas, envueltas por cada una de sus esquinas en una enigmática atmósfera presidida por un tono intrigante que fluye en dimensiones paralelas, dejándonos en vilo sobre una quebradiza línea solo resuelta en el impactante y sorprendente desenlace final. Cristina Fernández Cubas ha sido galardonada con prestigiosos premios de narración breve, un género literario que le ha llevado a situarse en la cumbre del relato español. Con maestría, la escritora barcelonesa va hilvanando sus cuentos paulatinamente, para tirar después de ellos y desmadejarlos entre sombras tenebrosas o, en cambio, formando espejismos de vitrinas transparentes.

*Reseña: Raquel Victoria